Donald Trump no inventó la mentira en política, pero la distancia creciente entre su administración y cualquier noción de verdad o datos verificables está cambiando para siempre la forma de hacer política.
Si usted quiere explicar por qué los puercos vuelan, primero tiene que ver uno volando. Al menos esa es la premisa entre los científicos que no se dejan llevar por teorías exóticas y especulativas.
Sin embargo, el Departamento de Estado intenta lograr precisamente lo contrario: convencer al mundo de que los síntomas supuestamente presentados por un grupo de sus diplomáticos en La Habana fueron provocados por ataques con armas desconocidas para la ciencia, capaces de violar las leyes de la física.
En menos de 24 meses, sus hipótesis han pasado por “ataques acústicos”, virus, daños cerebrales difusos y armas de microondas. Todo sin una sola evidencia que lo soporte.
A pesar de no contar con evidencias, Estados Unidos mantiene paralizados los servicios consulares para los cubanos en su Embajada en La Habana. Foto: Adalberto Roque/Agence France Presse-Getty
En agosto del 2017 se hablaba de “ataques acústicos”, para finales de ese mismo año apareció la hipótesis de un virus y a comienzos del 2018 solo se hacía referencia a conmociones cerebrales sin efectos físicos. Ahora es el turno de las ondas de microondas.
El más prestigioso diario del mundo (The New York Times) lanza un llamado al Congreso estadounidense para que ponga término al estado de sitio que asfixia al pueblo cubano.
La administración Kennedy impuso sanciones económicas totales en 1962 con el objetivo de derrocar al Gobierno revolucionario de Fidel Castro. Esta política hostil, que los distintos gobiernos estadounidenses han reforzado, salvo algunas excepciones, es un fracaso total.
Una gran mayoría de los ciudadanos y la inmensa mayoría de los cubanos desean un levantamiento de las sanciones económicas anacrónicas, crueles e ineficientes. “Un número creciente de parlamentarios de ambos partidos han emprendido pasos alentadores en ese sentido estos últimos tiempos”, con la introducción de diferentes proyectos de ley destinados a poner término al estado de sitio económico.
Los ciudadanos estadounidenses pueden visitar cualquier país del mundo, incluso China, Vietnam y Corea del Norte, pero no están autorizados a viajar a Cuba como turistas ordinarios.
“El embargo […] ha hecho daño al pueblo cubano”.
“El embargo perjudica de modo sustancial a las empresas estadounidenses. Los capitales extranjeros invierten en Cuba para conseguir cuotas de mercado, dejando lo menos posible para las empresas estadounidenses cuando se levanten las sanciones”.
Sin un cambio rápido de la política exterior hacia Cuba y la eliminación de las sanciones, los intereses estadounidenses se verán inevitablemente afectados. “Lo que va a pasar es que cuando los americanos estén autorizados a viajar a Cuba, se hospedarán en hoteles españoles, comerán comida alemana y usarán ordenadores chinos”.
Durante años los legisladores de origen cubano “han controlado la política hacia Cuba” y “han favorecido el embargo”. Los políticos estadounidenses han seguido esa vía temiendo perder al electorado cubanoamericano.
Los tiempos han cambiado. Según un sondeo del 21 de julio de 2015, el 72% de los estadounidenses es favorable a un levantamiento de las sanciones económicas. “El 55% de los republicanos apoya el fin del embargo”.
Pronunciarse ahora a favor del mantenimiento de las sanciones contra Cuba, como es el caso de Marco Rubio y Jeb Bush, dos de los candidatos republicanos a las elecciones presidenciales de 2016, es un hándicap. Entre los cubanoamericanos, el 40% declara que brindaría su apoyo a un candidato que siguiera la política de acercamiento con La Habana que ha emprendido Barack Obama. Sólo el 26% afirma que no votaría a favor de semejante política. Entre la comunidad latina de Estados Unidos, el 34% está a favor del diálogo con Cuba y sólo el 14% ha expresado su desacuerdo al respecto.
Hillary Clinton, candidata demócrata a la presidencia en 2016, ha entendido muy bien este cambio de época y ha lanzado un llamado para levantar las sanciones económicas contra Cuba durante un discurso en Miami, bastión de la comunidad cubana, en julio de 2015.