La casa donde vives, el hospital donde se atiende tu hijo, la casa de cultura de la comunidad, el terreno donde se construyó el estadio de béisbol, la industria minera, el central azucarero… buena parte de aquello alrededor de lo cual has forjado tu vida en Cuba podría ser reclamado por antiguos dueños, que abandonaron el país y, por tanto, sus propiedades.
¿Qué respalda una posibilidad tan, podría decirse, estrafalaria? Pues el Título III de la ya de por sí extraterritorial y dañina Ley Helms-Burton.