La Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA) tenía directrices explícitas de “experimentación humana” sobre detenidos por (supuesto) terrorismo, revela la prensa británica.
“El director de la Agencia podrá aprobar, modificar o rechazar cualquier propuesta relativa a la investigación en sujetos humanos”, reza el documento liberado por solicitud de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y publicado este lunes por el diario The Guardian.
El director de la Agencia podrá aprobar, modificar o rechazar cualquier propuesta relativa a la investigación en sujetos humanos», establecen las directrices reveladas para las actividades de la CIA.
Las directrices remontan a 1987 y están aún en vigor tras haber sido modificadas en varias ocasiones.
Un párrafo sobre subcontratas, en la página 21 —de 41— requiere la conformidad de las investigaciones de esa clase con las reglas establecidas por el Departamento de Salud de Washington, y exige que los experimentos se hagan con el consentimiento consciente de la víctima.
Sin embargo, el director de la CIA entre 1996 y 2004, George Tenet, autorizó técnicas de interrogatorio abusivas, como el célebre “submarino”,o simulacro de asfixia por hundimiento en agua.
George Bush (dcha.), presidente de EE.UU. entre 2001 y 2009, coloca la Medalla Presidencial de la Libertad a George Tenet, director de la CIA entre 1996 y 2004. 14 de diciembre de 2004.
Además, las condiciones verificadas de las torturas que ha practicado la Inteligencia estadounidense sobre sus detenidos excluyen la posibilidad misma de ese “consentimiento consciente”.
El preso saudí Abu Zubayda, al ser torturado en 2002, “dejó por completo de responder (a los estímulos), mientras le salían burbujas de la boca, completamente abierta”, antes de que lo reavivara personal médico dispuesto por Tenet.
Tras las observaciones, los médicos realizaban anotaciones sobre la resistencia del preso y las notificaban a través de correos con encabezados tales como “temperaturas mínimas aceptables”.
Sin información útil por ahora… Ha vomitado un par de veces durante el submarino, con judías y arroz. Hace 10 horas que comió, por lo que es sorprendente y perturbador. Decidimos alimentarlo solo con Ensure, de momento. Vuelvo a otra sesión de submarino», relataba sobre las torturas a Abu Zubayda uno de los médicos.
“Sin información útil por ahora… Ha vomitado un par de veces durante el submarino, con judías y arroz. Hace 10 horas que comió, por lo que es sorprendente y perturbador. Decidimos alimentarlo solo con Ensure, de momento. Vuelvo a otra sesión de submarino”, es el texto de uno de los correos sobre el mismo detenido, de agosto de 2002.
Abu Zubayda, nacido en 1971, perdió un ojo durante su cautiverio y sigue preso, sin juicio desde 2002, en la base estadounidense de Guantánamo, en territorio cubano ocupado militarmente.
Presos sometidos a “privación sensorial” en la base militar estadounidense de Guantánamo, en territorio cubano ocupado.
El informe del Senado estadounidense sobre las torturas de la CIA que se publicó parcialmente en diciembre revela, además del submarino, prácticas sistemáticas de agresiones físicas, privaciones de sueño, simulacros de “ejecución” sumaria y amenazas de agresiones sexuales, realizadas tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
La CIA no reconoce que sus prácticas son tortura e insiste en la presencia de médicos para garantizar la supervivencia de los presos, presencia que ha sido muy criticada en cuanto que facilitó las torturas, desdibujando los límites entre la asistencia médica y la preservación de la capacidad de los detenidos de seguir aguantando los malos tratos.
“El primer crimen fue la tortura; el segundo, investigaciones sin consentimiento con el fin de decir que no había habido tortura”, declara a The Guardian Nathaniel Raymond, antiguo investigador de Médicos por los Derechos Humanos que trabaja ahora en la estadounidense Universidad de Harvard.
Organizaciones pro derechos humanos como Amnistía Internacional, basada en Londres, o el Observatorio de Derechos Humanos, con sede en Nueva York (noreste de EE.UU.), han exigido al presidente estadounidense, Barack Obama, que actúe para perseguir y castigar a los responsables de las torturas de la CIA, señalando que no hacerlo equivaldría a amnistiarlos de facto.