Desde los Comuneros colombianos, Túpac Amaru y los quilombos brasileños, nuestra historia es la de una lucha entre liberación y colonia, como brecha histórica.
Tuvimos momentos de avance: los movimientos populares de diferentes épocas y países, que abrieron y ampliaron el espacio a la ciudadanía real. También hubo retrocesos, porque es historia de lucha y no relato de marcha triunfal, que es como relatan sus historias las sociedades decadentes.
Nuestra lucha como historia está repleta de retrocesos durísimos: el genocidio de nuestros originarios, la guerra al Paraguay, el asesinato de Dorrego y de nuestros caudillos, la rebelión de 1880, la Revolución de 1890, la masacre de Falcón, los asesinatos de la Patagonia, la Semana Trágica, las represiones de 1930 y 1955, el bombardeo a la Plaza de Mayo, los fusilamientos de 1956, los crímenes atroces de la dictadura de 1976-1983, y quedan más en el tintero. Pasar revista a la región sería agotador. Pero nada de eso impidió el avance de nuestra ciudadanía real.