La entrega del premio Julio Cortázar al escritor cubano Rafael de Ávila, por su cuento Viento del Neva, tuvo como escenario una vez más a esa casa museo suerte de ícono del Vedado, que ocupa justamente la esquina de las calles 19 y E, donde Dulce María Loynaz vivió sus últimos años y que, en parte, se conserva tal y cómo fue arreglada por la premio Miguel de Cervantes y Saavedra.
El centro que radica en ese bellísimo edificio se honra con el nombre de la autora de En el jardín, por lo que deviene justo lugar para dar a conocer los resultados del certamen que recuerda al autor de Rayuela, y que este año llegó a su décimo sexta edición.
Rafael fue el merecedor del codiciado galardón “por haber logrado llevar a rango literario un problema acaso superado en la actualidad, pero siempre vigente, y la peculiar manera de asumir la intertextualidad como hilo conductor de un discurso hilvanado con eficacia y alto nivel escritural”.