El siniestro decreto firmado por Obama declarando a Venezuela “como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los EE.UU”, puso sobre el tapete la posibilidad de una agresión militar contra la patria de Bolívar en el momento que la elite imperialista lo decida. El batón de mando en EE.UU cambio; pero el injerencista decreto se mantiene incólume y hay que decir que la toma de decisión del aparato político, industrial y militar de EE.UU. está en estos momentos en manos de extremistas.
Dos recientes ejemplos lo demuestran: la decisión de bombardear un aeropuerto Sirio, cercano a Damasco y el lanzamiento en Afganistán de la llamada “madre de todas las bombas”, acciones de proyección guerrerista que se tomaron pasando por encima del Consejo de Seguridad de la ONU. Por eso es necesario que “los árboles se pongan en fila para detener al gigante de las siete leguas”, para cortar por lo sano la arremetida diplomática de un grupo de gobiernos neoliberales de derecha que se han alineado contra Venezuela y detener la embestida interna de la derecha venezolana que se ha quitado la máscara y promueve la más descarnada violencia pro-golpista, estimulados por las nuevas tendencias que dirigen y toman decisiones en los EE.UU. En ese sentido la próxima reunión de la CELAC en podría ser un catalizador donde prevalezcan las voces de los que defienden el criterio de que nuestra América es zona de PAZ y que los asuntos internos de Venezuela deben ser resueltos por los venezolanos, sin intromisión extranjera, pacíficamente, mediante el diálogo y el intercambio.
El Presidente Maduro ha hecho incontables llamamientos a los partidos de derecha, para dialogar y tratar de allanar las profundas diferencias existentes, que es la única forma de legarle a las próximas generaciones una Venezuela prospera y en Paz. Algunos partidos opositores han respondido a ese llamado; pero los que integran la “MUD” rechazan la apelación e insisten en la violencia y el golpismo. Mi opinión personal es que si siguen con esa posición intransigente podrían “perder la chiva y hasta el mecate con que la amarran”, porque el verdadero pueblo podría decir que “bueno es lo bueno; pero no lo demasiado”.